Sus sueños eran pompas de jabón.
Sutiles. Gráciles. Etéreas. Iridiscentes. Frágiles. De pequeña se
rodeaba de ellas. Se dejaba sitiar. No salían de la nada. Eran
granadas lanzadas de los labios de sus abuelos, sus padres. Incluso
algún desconocido en el parque, se hacía cómplice. Ella ingenua
las explotaba con la punta de sus deditos. Le causaba tal placer
hacerlo. Tanto como devorar a escondidas las onzas de chocolate.
Aquellas que se derretían en sus bolsillos, mientras esperaba al
momento justo. Ese momento de íntimo ataque.
Con los años las pompas hacían menos
gracia. Sin embargo estaban allí. Otros habían tomado el relevo.
Eran otros los que alucinados asistían al baile del frágil
universo.
Porque le habían enseñado que las
pompas de jabón no duran ni el tiempo ni en el espacio. Tal como
vienen se van. Se esfuman. Desaparecen. Nadie invierte en ellas.
Nadie cuida para que no exploten. Nadie las protege. Nadie ha
construido un mundo a raíz de ellas.
Pero no iba a darse por vencida. Creía
tanto en los sueños. Creó el mundo de burbuja. Allí erigió el más
grandioso castillo de pompas de jabón. Pero no estaba sola. Eran
muchos los que como ella conocían el secreto. El reino de las pompas
de jabón. Que necesitaba de sus manos y de su aliento para seguir flotando. Para ver todos esos amaneceres.
Animo Bermeo!
Apparat Circles
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