domingo, 10 de enero de 2021

Domingo, demasiado domingo.

Enterré el hacha del autofustigamiento. 

Estaba harta de ir pidiendo perdón 

    con cara de corderita. 

Por vivir,
por haberme roto los pantalones al tropezarme con infinitas piedras,
por haber perdido el norte en inabarcables, incalculables ocasiones,
        perdí la cuenta
por tener la sensación de haber perdido la chaveta,
por permanecer en lugares donde las corrientes eran gélidas.

Me perdoné, 

ese fue un día gris. 

Porque habrá mil excusas
para tener una enemiga de por vida.
Porque es fácil errar
cuando se es
tan demasiadamente humana.
Tan egoica.
Tan terrenal. 

Pensé que ese día me sentiría aliviada,
mas diversas anclas me sujetaban
a un fondo mustio marino
donde no había
ni reflejos, ni algas, ni estrellas. 

Porque es más fácil nadar
con ese banco de peces que van con la corriente.
Y llamarse idiota una y mil veces al espejo.
Es irresistible sentirse una mierda,
y hacer sentir mierda a los demás. 

Pero decidí que había tenido suficiente,
de auto conmiseración,
de falta absoluta de compasión,
de exceso de generosidad
            para todos menos conmigo,
de jugar a ignorar mi intuición,
a mancillarla como una apestada;
hastiada de comprobar
que no hay segundas oportunidades
para los pusilánimes como yo.

Porque la vida se fuga por las ventanillas de ese salón oscuro y atestado que llaman vida,
el teatro de las mil máscaras,
el oxígeno se fuga por las rendijas de mis costillas.

Estaba harta y decidí dejar de llorar,
de dramatizar,
de pedir perdón con la boca pequeña.
Me cansé
de las autozancadillas rociadas de queroseno, 
de etanol, 
de chistera. 

Decidí sonreír cuando me salía,
llorar cuando me lo pidiera
pegar un grito cuando doliera el pecho
todo bajo la supervisión y aprobación
del centro
neurálgico
osteopático 
cardiológico
visceral.
P A S I Ó N 

Y al que le rechinaran los atardeceres
las lágrimas
el no azar
el celofán,
que le zurzan. 

Porque así iba a ser a partir de ahora. 

Una boda con mi esencia,
una cura para mi herida,
una bendición a mis pasos,
un masaje a mis chacras,
una alineación estelar con la vida.

Que ya está bien de ir con cara de que ha muerto alguien,
            la ilusión por ejemplo.
Basta ya de funerales y fantoches y dientes.
Si estoy hoy aquí,
haré que se note.
Que se me sienta.
Sentida y plena
        de amor, por ejemplo.

Porque a veces fallo,
pero cuando tenga dudas ante el siguiente desvío,
siempre,
siempre, 
siempre
voy a elegir dirección
UNCONDITIONAL LOVE.

Empiezo hoy.
Amén