miércoles, 1 de febrero de 2017

Aves migratorias.

Ella tenía la cabeza llena de pájaros pero, no os confundáis, los suyos bien sabían a dónde se dirigían y de dónde partían. Eran conscientes de dónde comenzaba su periplo y dónde acababa. Fueron bendecidos (y a la vez malditos) con esa sabiduría. Lo que ignoraban y aún así valientes aceptaban de antemano era el viaje. Ella y sus aves. Migraban como las estaciones pero mantenían el ascenso firme. Sin duda. Sin miedo. Sin quejas. Sin tribulación. Sabían cuál era su esencia y la asumían. No podían quedarse demasiado tiempo en un lugar fijo porque las condiciones cambian. Las estaciones cambian. Los árboles mudan. Las aguas escasean. El depredador acecha.  El alimento falta. El nido daña. Y aunque el camino nunca fue fácil, todas: aves y ella se enfrentaban a la adversidad del camino. En calma. Y con la sabiduría que provee el planeo constante. Porque ver la vida al sobrevolar nutre el alma. La embellece a la vez que duele. Duele mucho. Por eso hay que ser valiente. Y sin quererlo, ser diferente. La soledad puede pesar en las alas. También el dolor que proporciona el traqueteo del viento. Y aún así, poseer el arrojo para desplegarlas y saltar es el valor más preciado que he aprendido de ella. De ella y de sus aves migratorias. Nómadas. Los que tenemos pájaros residentes miramos con recelo. Con tristeza agitamos nuestras alas pero sólo para decirles adiós. A ella y a sus aves. Jamás alzamos el vuelo. Sólo la mirada para, asombrados, observar su partida. Enfadados  nos miramos unos a otros preguntándonos por qué ella y sus aves tienen que volar tan lejos. Pero hay gente sabia. Y hay gente ciega. Y hay gente que aprende. Por eso yo abrumada por la belleza de su vuelo hacia las aguas y el sol del verano sólo me queda decir adiós, buen viaje y esperar que algo de su colorido plumaje espolvoree luz en nuestro camino. Para que algún día, podamos planear como ella y como sus aves. Que inocentes de ellas, nunca sabrán el poso de sublimidad que han dejado con su fugaz paso por el invierno de este instante...