sábado, 13 de febrero de 2016

28...tan cerca de los 30 y tan lejos de la madurez...



Pero muy cerca (caliente!caliente!) de encontrar el tesoro tras una larga búsqueda. A puntito estoy. Como a punto de llegar nadando al final del horizonte del mar. Sin embargo ha habido algún que otro tropiezo en el barro, aproveché para exfoliarme un poco la piel que ha visto 10227 amaneceres. No hay mejor antiarrugas que la sonrisa para las patas de gallo. Cada día mejoro el arte de saber reírme de mí misma. Los defectos aparecen como topos asomando sus ojos chinitos y me hacen reír tanto que a veces hasta se ríen conmigo. Porque el humor es esencial para amar. Y amar es parte del secreto de la felicidad. Pero no el amor romántico que sólo aparece en las pelis de Disney. Que, ¡cuidado!, aún influyen en mi caminar. Ya te vale Walt. Yo os hablo del amor por disfrutar, saborear y abrazar cada instante. El tiempo no es que vuele, es que viaja a la velocidad de la luz. Einstein, ¿me lo explicas mejor? Amor por esos momentos a solas en la punta del monte en los que frente a frente te miras y te preguntas ¿qué tal te va la vida? ¿Qué cambiarías? ¿Qué dejarías tal como está? ¡CAMBIA! Siempre a mejor. Amor por cultivar y regar las relaciones que van surgiendo por azares del destino, para que echen raíces y enriquezcan la paleta de colores de lo vivido. Grandes amistades para echar cañas y cantar rancheras y echar irrintzis. ¿Pintamos un rato con los dedos de las manos? Amor por saber abrazarte cuando eres demasiado duro contigo mismo y regañarte cuando la has cagado. Mejorar. Evolucionar. Amor por cultivarte a ti mismo, aprender algo nuevo: quizás un idioma,  quizás a hacer sushi. Y amor por hacer travesuras, despeinarse un poco de vez en cuando, porque estoy tan cerca de los 30 y tan lejos de la madurez...  Y sí señores ni Punset lo diría mejor "la felicidad está en la sala de espera de la felicidad" (ahora que lo pienso, sí que sí lo dijo él). Así que... ¿por qué no bailamos un rato?