jueves, 3 de noviembre de 2022

El pecho, continente y contenido.

     —Es imposible quitarse un sujetador sin que te deje marca. De manera irremediable, te acompaña un rato. Y ese intervalo no depende de tu empeño. Por más que quieras que desaparezca, esta arruga tardará en alisarse por sí sola, acabará eventualmente desapareciendo. La piel es la que decide. 

    —Tú ves la piel como una receptora de ese gesto invasivo. Pierdes el enfoque de la función completa de la prenda. Es necesaria para sujetar y hasta realzar. Pero no para dejar huella. Tienes a tu alcance todo tipo de sostenes y entre ellos eliges el que mejor te ajuste. El resto es un efecto secundario de su función. 

    —¿Es acaso posible separar la función del efecto? ¡Si lo importante son las tetas! Que no se desparramen, que el pecho quede consolidado en una especie de orden y armonía. Que no incomode con su desnudez, sus alteraciones según los cambios climáticos, las hormonas, las lactancias. Eso, de manera irremediable, implica atarlas, encadenarlas, constreñirlas. Y por ello es imprescindible entender los estigmas que provoca su uso. Tu problema es que quieres tapar la consecuencia de este acto. Te haces el ciego, sin entender que el único acto que te hace feliz es elegir el color de tu próximo modelo.