martes, 21 de diciembre de 2021

Caballitos del diablo chimuelos

¿Quién en este mundo pasa vivo al siguiente?
¿Quién en su sano juicio escoge rodilleras antes que patines? ¿Casco antes que moto? ¿Guante en lugar de horno?

Y llena de cicatrices. Raspones. Sangre. Formas. Saliva. Ruidos. Gritos. Lamentos. Internos. Y muchos externos. Crash. Insomnios y velas. Fluidos. Y puntos, muchos puntos. Y grapas. En todas las esquinas de la infranqueable periferia del sueño.
Venas y arterias llenas de escamas. Escápula abollada de cabeceros mastodontes. Colosales. Culpa y crucifijo. Con el amén en el ceño. Y la huida en la manga.

Lengua mordida, abultada. Bífida por no sacar lo que guarda. Lo que calla. Un hemisferio, la gula; el otro, esqueleto. Cirrótico. Tísico. Burlón. Siempre bufón.

¿Quién elige la permanencia al cambio?
¿Quién quiere que la moneda siga girando? Infinita vuelta sin caer de cara. De culo. De espaldas.
En el puto mar infinito la bolla ancha. Sola. Y rodeada de olas y más olas y más, más resaca. Vomitada. Mareada.
Puto timón. Redondo, liso y sin mangos. Sin conexión con la pala, como el ciclo que sentí tan mío. Y en el humedal cientos de caballitos de diablo. Sonríen chimuelos. Sonríen sin vernos.
Y húmeda. Siempre húmeda. Como una maldición. Del hada madrina. Como una traición imperdonable a mi raíz árida.

Mastica(me), rumia(me) y escupe(me). Araña(me) y ata(me) hasta el vacío. Hasta la nulidad. Hasta la ausencia. Hasta la inexistencia. Hasta el brote mismo donde no era. Donde no estaba. Donde no parecía. Donde no anidaba. Donde no. Donde. ¿Dónde?

viernes, 9 de abril de 2021

V

I

Porque el miedo siempre está ahí. A palidecer, a no estar a la altura, a llenar la jarra vaciando el ser, el vértigo a caer. Pero eso no quita que el salto sea mortal, doble flip hacia adelante y con carrerilla. Porque sin saber que sabíamos, estábamos buscando algo que en teoría se encontró una tarde de domingo abierto [de febrero]. Anodino en apariencia, y mágico en el fondo. Latente, más que patente o evidente. Y cerramos los ojos, las persianas y las manos. Y sí. Me apetece. Crear bodegones con vos. Contraluces contrapuestos contrariamente cómplices. ¿Por qué no aquí y ahora? Si las ganas sobran. Y la melodía. Y las notas. ¿Lo notas? Qué gustazo la música... y el conocerte. Porque andaba ahí y tú... da la casualidad que también. Cualidad sincrónica. Sintoncemos un rato el reloj, la radio y el HUmor. Que para el momento sin H y con A no hay prisa. Tu risa.  Y si seguimos las líneas de las manos que trazan caminos cosquilleantes y ronroneantes hacia tardes apacibles de azafrán, yo no sé tú, pero creo que nada malo puede pasar. ¿Jugamos un ratito a lamernos las heridas, acariciarnos los sueños y arañar el gustito? Ahí no, más abajito. Pero shh que el gato duerme, házlo callandito.

II

He venido a tocar un instrumento a este mundo y ya lo he encontrado.

III

Porque acariciar es la metáfora más sutil del amor. Tanto gusto da la ofrenda como la acogida. Y se me llena el alma de enredaderas bonitas llenas de flores tronantes. 

Porque estoy aquí y soy ahora

Y lato al compás de la fuente que nada juzga, mas todo acoge y ofrece. Y brilla. El Sol de tus pupilas. -No es la estrella más grande- y es en realidad la que más calienta. Porque el universo es infinito y coincidir aquí y ahora es una chispa de polvo mágico de todos los astros que sonríen pensando que quizás por el rabillo del ojo cerrado hemos llegado a vislumbrar el secreto de todo este entramado de conexiones ambiguas más caprichosas que el vuelo
de una hoja y más fuertes que un dique que sujeta toda el agua del mar. 

IV

Quiero amar así. 

Quiero que me amen así. 

Quiero A M A R


V

lunes, 29 de marzo de 2021

Feliz estreno de década papá

 

Hoy estrena década un buen hombre. Según el filtro de mis ojos el mejor en la faz de la Tierra. No exagero,  gracias a él -en un 50%- hoy mis pies pisan las hierbas de esta vida. Nació en el momento en que la señora primavera entró por la ancha puerta, de ahí viene su dualidad. Es a la vez un brote floral como un retoño retraído. Lo mismo puede pasar días sin hablar que recitar a Torquemada en la obra de Galdós sin ningún miedo escénico, delante de los curiosos ojos allegados que se preguntan, -¿pero este hombre hablaba?-. En mitad de una taberna en su pueblo actual arrancó alguna que otra lagrimilla a los que le oyeron recitar los versos de una canción conocida:

Todos los días dicen que sale el sol, yo hoy no lo he visto. Llueve en Bilbao. El día saluda pálido y gris. La noche se fue entre los tejados. ¡Qué solos tu y yo! Abro los ojos y miro cansado. Hay una lágrima que juega en la cara. Ando despacio, ya no te alcanzo. Todos los días dicen que sale el sol, yo hoy no lo he visto.

Y es que él a veces también llueve. Pero llueve hacia dentro. Flemático como si en lugar de haber nacido en la misma meseta central mexicana lo hubiera hecho en plena isla británica. Sin embargo los que tenemos el privilegio de andar este viaje a su lado conocemos de sobra su sensibilidad. Su vena artística por explotar. Sus ansias de tener un molino y hacer collages. Y de cantar ópera cual Plácido Domingo. Plácido podría ser un buen adjetivo para este gran hombre. Él es hogar, remanso de paz y cobijo. Y su humor a mi me hace brotar cascadas de risas a destiempo. Su cualidad es que cuando el mundo está serio, él le toma el pelo con su humor negro pero real. Es lo que hay. Ahí sí le sale lo mexicano, la vida se toma así a carcajadas… ¡aunque pique! Y si no a tragar camote. Me enseña que el miedo está ahí, pero no le invitamos a tomar una cheve con nosotros. Y si lo hacemos, le vamos a vacilar sin descansar. Porque somos eternos y lo que hoy nos parece un revés, es un detalle nimio en la inmensidad de la eternidad.

Le quiero incondicionalmente, con sus silencios, sus distancias, sus desapegos y sus ‘tú sé feliz’. Le respeto porque me enseña humildad, que el trabajo es duro pero da sus frutos, mucho de lo que sé sobre “el clan”, de hacer piña. Su aspecto familiar es tan fucking abundante como todo lo que proviene del continente Ixachitlan. Él me enseña que vale la pena sacrificarse por la familia. Le agradezco todas las decisiones valientes que ha tomado -junto a mi madre- por nuestro porvenir, con una mano delante y otra detrás (ya sabes cuáles, pa). Por acoger con tanto amor a mi madre. La adora…

Me escribía cuentos cuando me dejaba volar libre en mis viajes desde los 10 años. Sabe de mis alas inquietas y siempre las ha soplado para que vuele. De lejos me llega el brillo de su sonrisa orgullosa y sus ojos chispeantes. Esos ojos que me heredó porque de chiquita me decía que desde el espacio sólo se veía la muralla china y los ojos de su hija. Te quiero papá, felices 60. Lo tuve que decir, perdona por tu coquetería, pero es que todos te habían calculado menos años. Sigue siendo ese niño tímido que soñaba con el arte, la cultura, la música, la familia… yo también te mandaré el brillo de mi sonrisa cada vez que un vuelo me lleve lejos del hogar. Aunque para la misma eternidad que tú bien conoces, tú y yo (y todos nosotros) habitamos en un mismo espacio, en el mismísimo centro del corazón. 


 

sábado, 6 de marzo de 2021

Cruda, en pelotas y tolteca.

Hoy quiero hacer un manifiesto al amor y a los toltecas. Porque ambos hablan de lo mismo. Lo dicen claro en sus cuatro acuerdos. Y uno a uno voy haciendo prácticas perennes en la vida, con recaídas y rasponazos en la rodillas y las costillas. Pero no desisto, no tiro la toalla. Sigo feliz con mis gafas de leer y mi L en la luna trasera. 


La primera lección es haz siempre lo que puedas. Con uñas, gasolina, brea y candela. Y dientes si hace falta. Si doy y entrego, lo hago con mi pulso, veleta, tripas y neurotransmisores. 100%, sin medias tintas. Y sé que en eso lo bordo, que llega la noche y me encuentra vencida y sonriente. Y me arropa Morfeo ligera, tranquila y me esparce sueños coloridos. Y promesas de días PLENOS.


La dos, sé impecable con tus palabras. Huiré por ello de los chismes, dimes y diretes y demás aretes y argollas que engarzan falsos diamantes, historias elucubradas por mentes guionísticas a oídos sordos y carentes de autoreflexión. Impecable debe ser el dicho y el hecho. Soy más que nunca fiel a mis principios y a mis guías espirituales que al oído me susurran el camino sin que me de cuenta, a veces los ignoro y es entonces cuando la frente se me arruga y se me enferman las flores en el balcón. Entonces les pido perdón por ser sordomuda y sigo adelante con la mochilita con un libro nuevo. Una nueva anotación en el cuaderno bitácoras de una perenne aprendiz. 


Por la tercera vamos, no te tomes nada personalmente. Que en el día del mundo nosotros somos el micromilisegundo de los miles de millones que lo forman. Porque hay miles de millones de seres. Con miles de millones de historias. Con miles de millones de fantasías. Y  miles de millones de infinitos son los polvos de estrellas esparcidos en la deliciosa tarta del universo. ¿Cómo así te vas a sentir el ombligo del mundo? Nadie hace nada para joder. Sólo somos reflejos unas de las otras, sin tapujos. ¿Qué te dice tu vecina, tu ex, tu amiga, tu familiar con esa actitud que tanto te lastra? Pues espejito, espejito: ESO MISMO es lo que te dice tu sombra. Eres cocreador de eso que tanto te daña. Lo has creado y necesitas a los demás para verlo claro, para que te lo muestren. Escucha, y reverbera. Y abrázate, abrázate y abrázate, ¡joder!


No hagas suposiciones es la última. Oído avizor (y sordo) a las historias que te susurra esa sombra densa y espesa que quiere hacerse con el trono del centro de mando. Haz caso a la esencia que vibra cuando bailas, ves un atardecer y te bañas desnudo en el mar. Esa sabe de los miles de millones de infinitas partículas cósmicas y, es más, sabe que es parte de ellas. Por qué tomarse tan en serio la cotidianidad.  Esas historias son molinos de viento que intentan despeinar un alma en calma, un espíritu salvaje y vibrante. Baila, suda, ríe, ríe, carcajéate, disfruta, folla, lame, saborea, chorrea, corre, cánsate. Y no supongas, no envenenes, quiérete, llénate, disfrútate. Llora cuando lo pida la fuente, pero JODER, no te desparrames ni te cenices que sólo hay un acto. Y el telón está a punto de cerrarse. Aprovecha el minuto de gloria. La ovación llegará cuando marches de aquí con ganas de volver. Y ese poso salpicará a los que hayan andado de la mano contigo. 



domingo, 10 de enero de 2021

Domingo, demasiado domingo.

Enterré el hacha del autofustigamiento. 

Estaba harta de ir pidiendo perdón 

    con cara de corderita. 

Por vivir,
por haberme roto los pantalones al tropezarme con infinitas piedras,
por haber perdido el norte en inabarcables, incalculables ocasiones,
        perdí la cuenta
por tener la sensación de haber perdido la chaveta,
por permanecer en lugares donde las corrientes eran gélidas.

Me perdoné, 

ese fue un día gris. 

Porque habrá mil excusas
para tener una enemiga de por vida.
Porque es fácil errar
cuando se es
tan demasiadamente humana.
Tan egoica.
Tan terrenal. 

Pensé que ese día me sentiría aliviada,
mas diversas anclas me sujetaban
a un fondo mustio marino
donde no había
ni reflejos, ni algas, ni estrellas. 

Porque es más fácil nadar
con ese banco de peces que van con la corriente.
Y llamarse idiota una y mil veces al espejo.
Es irresistible sentirse una mierda,
y hacer sentir mierda a los demás. 

Pero decidí que había tenido suficiente,
de auto conmiseración,
de falta absoluta de compasión,
de exceso de generosidad
            para todos menos conmigo,
de jugar a ignorar mi intuición,
a mancillarla como una apestada;
hastiada de comprobar
que no hay segundas oportunidades
para los pusilánimes como yo.

Porque la vida se fuga por las ventanillas de ese salón oscuro y atestado que llaman vida,
el teatro de las mil máscaras,
el oxígeno se fuga por las rendijas de mis costillas.

Estaba harta y decidí dejar de llorar,
de dramatizar,
de pedir perdón con la boca pequeña.
Me cansé
de las autozancadillas rociadas de queroseno, 
de etanol, 
de chistera. 

Decidí sonreír cuando me salía,
llorar cuando me lo pidiera
pegar un grito cuando doliera el pecho
todo bajo la supervisión y aprobación
del centro
neurálgico
osteopático 
cardiológico
visceral.
P A S I Ó N 

Y al que le rechinaran los atardeceres
las lágrimas
el no azar
el celofán,
que le zurzan. 

Porque así iba a ser a partir de ahora. 

Una boda con mi esencia,
una cura para mi herida,
una bendición a mis pasos,
un masaje a mis chacras,
una alineación estelar con la vida.

Que ya está bien de ir con cara de que ha muerto alguien,
            la ilusión por ejemplo.
Basta ya de funerales y fantoches y dientes.
Si estoy hoy aquí,
haré que se note.
Que se me sienta.
Sentida y plena
        de amor, por ejemplo.

Porque a veces fallo,
pero cuando tenga dudas ante el siguiente desvío,
siempre,
siempre, 
siempre
voy a elegir dirección
UNCONDITIONAL LOVE.

Empiezo hoy.
Amén