sábado, 1 de junio de 2013

Ensueño...

Ojalá mis sueños se proyectaran en una pantalla. Poder grabarlos. Aprehenderlos. Compartirlos. Ojalá esa explosión de colores, situaciones hilarantes, inquietantes, brillos, anónimos personajes pudiera ser plasmada en la vida real.
Hoy he soñado con tantas cosas.
En el último capítulo antes de despertar, aparece uno de los sueños más estimulantes que jamás he tenido. Estaba de vacaciones con mi familia en una especie de país que mezclaba costumbres y culturas de tantos lugares fascinantes: India, México, China, Indonesia, Hungría, Brasil, Islandia. Era una feria, una fiesta, un desfile. Había elefantes cuya piel eran telares de texturas con alma, colores fosforescente, flores que cobraban vida si les soplabas, una pagoda que parecía un cuadro de Pollock, montes nevados que se alzaban por encima del cielo, un circo de variedades, acróbatas, bufones de todas las alturas y edades, payasos, animales, edificios imposibles, retorcidos y a la vez tan simétricos, sonidos hipnotizantes, ojos burlones, luces multicolor, olores medievales, incluso olores, música, instrumentos mágicos, puestos que vendían milagros psicodélicos, esquinas con salidas a atardeceres cálidos, brotes que resucitan por fascículos, retachos de vidas mezcladas con salerosa curiosidad, alimentos que se comen solos, candelabros y velas flanqueando todos los caminos, iglesias ateas y hechiceras deambulantes con hierbas esquizofrénicas, letras que bailan, reptiles que andaban a dos patas vestidos de esmoquin, bocas que reían y cantaban y hacían sonidos impronunciables, cuadros que se pintaban solos, ventanas abiertas a la imaginación de escritores, suelos que hacían cosquillas a los pies y a las manos cuando caminábamos haciendo el pino...
Y yo con mi cámara intentando fotografiar cada instante mágico. Pero no me bastaba con la digital, de repente se convertía en analógica y tenía que esforzarme en conseguir el mejor ángulo. Y aún así esa realidad tan escurridiza, tan efímera, volátil, tan incomprensible, evocadora, casualmente irreal, cándida te invita a quedarte como un anfitrión estrella tan pronto te abraza tan pronto te echa a otra realidad menos elaborada, menos atrayente...

Dios mi parte favorita del día es dormir para poder ver esto. Una pena no poder transmitiros ni la 0,001% parte de lo que es...
Shostakovich . Piano Concerto Nº1 for piano, trumpet & strings. OP. 35 - 3 & 4- Moderatto - Allegro con brio

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