Ojalá mis sueños se proyectaran en
una pantalla. Poder grabarlos. Aprehenderlos. Compartirlos. Ojalá
esa explosión de colores, situaciones hilarantes, inquietantes,
brillos, anónimos personajes pudiera ser plasmada en la vida real.
Hoy he soñado con tantas cosas.
En el último capítulo antes de despertar, aparece uno de los sueños más estimulantes que jamás he tenido. Estaba de
vacaciones con mi familia en una especie de país que mezclaba
costumbres y culturas de tantos lugares fascinantes: India, México,
China, Indonesia, Hungría, Brasil, Islandia. Era una feria, una
fiesta, un desfile. Había elefantes cuya piel eran telares de texturas con alma, colores fosforescente, flores que cobraban vida si les soplabas, una pagoda que parecía un cuadro de Pollock, montes
nevados que se alzaban por encima del cielo, un circo de variedades,
acróbatas, bufones de todas las alturas y edades, payasos, animales, edificios
imposibles, retorcidos y a la vez tan simétricos, sonidos hipnotizantes, ojos burlones, luces
multicolor, olores medievales, incluso olores, música, instrumentos mágicos,
puestos que vendían milagros psicodélicos, esquinas con salidas a
atardeceres cálidos, brotes que resucitan por fascículos, retachos
de vidas mezcladas con salerosa curiosidad, alimentos que se comen
solos, candelabros y velas flanqueando todos los caminos, iglesias
ateas y hechiceras deambulantes con hierbas esquizofrénicas, letras que bailan, reptiles que andaban a dos patas vestidos
de esmoquin, bocas que reían y cantaban y hacían sonidos
impronunciables, cuadros que se pintaban solos, ventanas abiertas a
la imaginación de escritores, suelos que hacían cosquillas a los
pies y a las manos cuando caminábamos haciendo el pino...
Y yo con mi cámara intentando
fotografiar cada instante mágico. Pero no me bastaba con la digital,
de repente se convertía en analógica y tenía que esforzarme en
conseguir el mejor ángulo. Y aún así esa realidad tan escurridiza,
tan efímera, volátil, tan incomprensible, evocadora, casualmente
irreal, cándida te invita a quedarte como un anfitrión estrella tan
pronto te abraza tan pronto te echa a otra realidad menos elaborada,
menos atrayente...
Dios mi parte favorita del día es
dormir para poder ver esto. Una pena no poder transmitiros ni la
0,001% parte de lo que es...
Shostakovich . Piano Concerto Nº1 for piano, trumpet & strings. OP. 35 - 3 & 4- Moderatto - Allegro con brio
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